Por Ricardo Ruiz Escalona
Presidente Confederación FENATS Unitaria
(Columna publicada en Página19.cl)
Mis primeros pasos en la vida política y gremial los dí -sin percatarme- en el seno del sindicalismo comunista de la Región del Biobío: mi abuelo estaba a cargo del espacio sindical de la minería del carbón en en Coronel. Desde esa vivencia, una pasión rigurosa y una palabra honrada con los trabajadores sería algo con lo que muchos años más tarde me volvería a encontrar cuando conocí a Manuel Bustos Huerta. Cuando gran parte de mi base ideológica era producto de la experiencia, fue con este obrero textil y primer presidente que tuvo la Central Unitaria de Trabajadores que pude ver en acción el poder de la reflexión profunda y el significado real de lo que significa ser un dirigente gremial en Chile en los años 80. Plena dictadura.
El reciente aniversario de la partida de Manuel Bustos conmemorado por la CUT no es solo una fecha en el calendario gremial; sino una invitación a apreciar al gran articulador de la difícil transición democrática en el movimiento sindical.
En ese escenario de amenaza y avance constante, Manuel Bustos tuvo la valentía de convocar a la totalidad de las fuerzas gremiales bajo un llamado común de unidad dentro de la diversidad. Un trabajo con un rostro y paradero reconocible que rearticulara a los trabajadores para exigir la democracia.
Recuerdo que en algunas manifestaciones del 1° de Mayo Bustos fue cuestionado y agredido por sectores más radicalizados que lo acusaban de "amarillismo" o de "entreguismo". Pero aquellos que vivimos la dictadura sabemos lo delicado de un contexto en que la brutalidad seguía permeando la discusión pública y donde el rol del diálogo, sin perder el momentum transformador, transitaba sobre el filo de una navaja. En el caso de Bustos, le significó la persecución y la relegación forzada.
Su entrega y legado es una carta de navegación que en momentos de división y radicalismos nos invita a reconocer la consolidación democrática que Bustos logró en su momento uniendo a figuras como Rodolfo Seguel, Jorge Millán, Arturo Martínez (quien llegaría a ser presidente de la CUT) y a líderes socialistas y comunistas en un frente común para que el movimiento sindical fuera un actor relevante en la consolidación de la democracia.
Dentro de esta labor articuladora el trabajo político de Bustos sumó el alcance de la Iglesia Católica (a través de la Vicaría de la Pastoral Obrera) que, por entonces, era el único paraguas capaz de reunir y formar académicamente a otros líderes sindicales. Un mérito mayor respecto de su origen. El de un obrero textil sin formación universitaria que nos señaló que el liderazgo sindical se basa en el coraje y la capacidad de convocatoria, no en los títulos.
Más adelante, como diputado, Manuel Bustos, impulsó la ley que hoy lleva su nombre y que obliga a los empleadores a pagar las imposiciones previsionales antes de despedir a un trabajador, una medida crucial contra la evasión empresarial que frecuentemente recibe embates desde el empresariado hegemónico. Estas y otras obras de Bustos lo emparentan con otras grandes figuras de la historia obrera chilena como Clotario Blest, Luis Emilio Recabarren o Tucapel Jiménez.
Hoy enfrentamos la adolescencia de una democracia víctima de personalismos e intereses variados. En camino a la madurez requerida para los grandes cambios, los principios que Manuel Bustos intentó plantar siguen siendo ineludibles: la democracia no tiene que fortalecerse con los de la misma bandera política, sino con los diversos. La rigidez ideológica que experimenté en mi juventud como representante gremial me mostró los límites de ese diálogo para alcanzar acuerdos. El trabajo de Manuel Bustos nos demostró cómo el movimiento político sindical siempre da más frutos a largo plazo cuando se integran otras voces en la conversación.
Si Manuel Bustos no se hubiese ido de manera tan repentina, probablemente su impronta disciplinada nos tendria reflexionando sobre la independencia que el mundo gremial debería tener de los partidos políticos y la consolidación de una democracia con mejores condiciones laborales. Recordar a Manuel Bustos en 2025 es un acto de justicia, memoria y aprendizaje que nos reitera como la lucha sindical más efectiva es la que se hace con coherencia, valentía y la bandera de la unidad ondeando sobre cualquier carnet partidista.